Mito de los Aluxes (Chaneques)

Según cuentan, cerca de las costas de Veracruz y por las selvas de Yucatán y Chiapas, aparecían unos pequeños seres peludos llamados: Los Aluxes.

Estos pequeños seres, tenían un parecido a los Duendes, sin embargo, ellos no rebasaban el metro de altura y tenían una curiosa apariencia con narices rojas y ojos rasgados. Hay quienes dicen que ellos fueron los primeros en habitar las selvas pudiendo así, incrementar su civilización. Incluso los españoles en ciertas crónicas, decían oír voces indígenas en los arboles, pero no eran precisamente personas, sino raros seres enanos a los cuales los clasificaron como Duendes ya que, en sus tierras así los clasificaban pero, estos no eran como los de su país (peludos).

En Veracruz se les llama Chaneques y cuentan que eran muy pequeños y muy traviesos. Los viejos Mayas decían que eran creados de barro virgen, como también, usaban gotas de sangre para tener vínculos con su creador. Tener a estos Aluxes era necesarios para tareas de cuidado de los animales y granjas, y así evitar que algún ladrón entre y robe. Estos pequeños lanzaban rocas o pedradas para así espantar al invasor. Si la cosecha de su amo se echaba a perder, ellos cambiaban la cosecha para que estén más bonitas.

Si el dueño de un Aluxe fallecía, ellos quedaban a cuidado del dios del maíz  Yum-Kaax, y si la propiedad pasaba a otras personas, los pequeños hacían travesuras y maldades tales como tirar pedradas a las ventanas, arruinar los cultivos, molestar a los animales o asustar a los niños haciéndose presentes ante ellos.


Para prevenir que el Aluxe siga cometiendo estas falencias, los nuevos dueños les ofrecían comida, oraciones, miel y pozol de maíz ya que eran sus favoritos. Sólo de esta manera, ellos lo aceptarían como dueño para cuidarlo hasta muchos largos años más, esperando pacientemente a que otro nuevo dueño los cuide y juegue con ellos.

En la actualidad en viejos pueblos Mayas no tan desarrollados, se rumorea que aún existen estos Aluxes para que cuiden las tierras y sembríos de sus dueños, sin embargo, es raro encontrarlos de barro auténtico.